I get high with a little help of my friends

En un día me convertí en repartidora y exrepartidora del periódico ADN. Creo que casi nadie estaba al corriente de mi intención de probar suertes en el apasionante mundo del repartidor. Así que el lunes, en medio de un ambiente de secretismo, me colocaron en la Diagonal, frente a la todopoderosa editorial Planeta, junto a un compañero, previo aviso del poco trabajo que tendríamos en ese punto. Fueron tres horas aburridas (que no cansadas) y para mi un tanto problemáticas, tuve que lucha contra mi propio buen hacer, contra mi torpeza y contra "el derecho de información de las personas", éstas casi obligadas a coger el diario que les ofrecíamos, además de los billetes publicitarios que les ofrecía yo, que más que billetes parecían choricillos caliendo de una caja de cartón, todos unidos, creando un vínculo irrompible entre yo y la caja, conviertiendo tres metros de acera en una verdadera carrera de obstáculos para los osados peatones: los choricillos, el carril bici (amenazante) a un metro, el carro, el paraguas pinchaojos, los peatones apresurados...
Fuí a devolver mi polo bastante apenada por mi experiencia, había sido de todo menos gratificante, ni siquiera económicamente. Me dijeron ya te llamaremos cuando haya otra promoción. Me lo pensé, al cabo de dos días volví a la minioficina de la empresa de promociones en cuestión, y presenté mi dimisión. Firmé mi contrato de un día, y mi baja al mismo tiempo y huí de allí con la sensación de liberarme de un trabajo deshumanizante e inútil. Quién quiera diario, ya lo cogerá (pienso yo).
Pero el mismo día que firmé mi baja, en el que también fuí a ver a Marta a su trabajo, en el que me encontré con viejos compañeros de colegio en el autobús, me encontré con el libro inencontrable. Se trata del que representa el fin de la trilogía de las memorias de Frank McCourt. El primero "Las Cenizas de Ángela", lo leí entre risas y sufrimiento, el segundo "Lo es", me estremeció, el tercero nunca lo encontré hasta el miércoles. Se llama "El professor" y bien, si que lo había encontrado anteriormente pero nunca en castellano. Así que estoy feliz porque por fin he reunido la trilogía (aunque de forma bastante cutre, porque cada libro es de una editorial diferente con las diferencias estilísticas que ello comporta). Y es que el señor McCourt (el pequeño Frankie) y Ángela me provocan admiración.

PSD: Entre todos y en menos de un año hemos conseguido que este miniblog humilde llegue a los 100 posts, lo que parece casi un milagro. Gracias a todos los colaboradores en mayor o menor medida.