11.12.2006
Oversleeping again
Los domingos son como los caramelos de café: te gustan, no te gustan o te provocan dolor de cabeza. Lo primero que hago cada domingo es levantarme e ir como un ser robotizado al comedor donde me espera toda la prensa desparramada encima del sofá de 5000 plazas de mi casa (lo que más de una vez ha provocado un pequeña riña entre mis padres). Me gusta leer el dominical mientras desayuno un croissant de la panadería de debajo de mi casa con mucho caramelo y pienso que en cualquier momento me podría volver diabética conviertiéndose el croissant en el móbil de mi muerte.
El domininical hoy me ha dado una pequeña alegría. Como no soy especialista en derechos de autor, voy a reproducir integramente aquí abajo un monólogo de los muchos que hay en la revista. Si alguien de la sociedad de autores lee esto que le quede claro que lo reproduzco sin ánimo de lucro y con toda la inocencia y desconocimiento del mundo.
LAS COSAS DE LUIS PIEDRAHITA
Dice el Géneis que Dios hizo el mundo en una semana..."Y el séptimo día descansó". Siempre me he preguntado: ¿Qué hizo Dios ese domingo? Descansó, vale. ¿Pero qué hizo? Una cosa está clara: No fue a misa. Porque eso no sería descansar. ESo sería pasarse a ver qué tal va el negocio. Lo más normal es que Dios ese domingo hiciera alguna de esas cosas aburridas que se hacen los domingos. Por ejemplo: bajar a por el periódico; que por cierto, imagino que ese domingo vendría bastante escuálido porque todavía no había noticias. ¿Cuál sería el primer titular de ese periódico? "Se acaba de inaugurar el mundo... El PP culpa de llo al juez Garzón". Qué aburrimiento, ¿no? Ya es aburrida la eternidad de por sí... Cómo será la eternidad un domingo. Después me imagino que compraría el pan y que de camino a casa se comería el cuscurro. Dios también es humano. Y hasta ahí la mañana. La mañana del domingo es aburrida pero es amable, relajada y despreocupada. Sin embargo, la tarde es crispante. ¿Por qué? Porque sabes que al día siguiente es lunes y así es imposible relajarse. Todo el mundo está crispado el domingo por la tarde. Pongas la emisora que pongas, allí siempre hay un señor atacado, al que está a punto de salírsele el esqueleto por la boca de los gritos que pega. Y no podemos hacer nada: ese grito es el canto del cisne del domingo que toca a su fin. ¿Cómo le afectaría eso a Dios? Saber que ese domingo agoniza y que a la mañana siguiente te tienes que levantar pronto e ir a la otra punta del universo para hacer otro mundo distinto.
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1 comentario:
Muy grande Luis Piedrahita. Buen cómico... buen mago... ¿Qué más se puede pedir?
Y esque no debe ser fácil ser Dios, cada noche miles de creyentes rogándole milagros y contándole sus penurias. Y siempre es de noche en algún lado del mundo. Vamos, como un cencerro que tiene que estar ya el pobre. Si encima sumamos otros tantos mundos que habrá creado, con otros tantos seres y otros tantos idiomas... hay que ser un verdadero dios para poder aguantar tal batiburrillo lingüístico. Y esque ser Dios no es nada fácil oye.
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